Todos los problemas que se
presentan en una ciudad son de varias índoles la inseguridad, el estrés, la
integración con sistemas viciosos en los cuales hacen que haya un círculo
vicioso entre trabajo mecánico y consumo. En el que se trabaja para consumir y
que constantemente estamos expuestos a miles de señales der marketing donde el
único fin es que consumamos de manera indiscriminada unos productos que tienen
un “valora agregado” dado por una marca patrocinada por el futbolista del año,
el actor de Hollywood o la modelo del momento.
Al cambio el campo es la
integración del ser humano con la naturaleza donde allí hay un equilibrio
armonioso donde es regido por factores, leyes que son regidas por las
divinidades de la creación lamentablemente también por el clima que ha sido
afectado por las actividades intensivas industrializadas del hombre. A diferencia
de las ruidosas señales de marketing que se perciben en la ciudad que invitan
al consumo indiscriminado, en el campo se perciben bellas señales como los
rayos de un atardecer penetrando el color verde de las montañas, el constante caudal
de un rio, los cantares de aves que se desplazan libre en el aire del mismo
modo los dientes de leones y otras partículas de plantas (como flores,
semillas, etc.) que se mueven en una sinfonía infinita de la vida un espectáculo
en el que hay que estar presentes para vivirlo y sentirlo, alejados de los
aparatos de comunicación que nos alejan de esto tan bello que es la vida propia
y nos acerca al triste mundo de las letras y percepciones de una persona lejana,
como un chat o un comentario de un selfie (foto) en una red social.
El hombre siempre va a querer
estar integrado con la naturaleza y es de ahí que en ella siempre va encontrar
sustento en lo que necesita para su subsistencia alimentación, abrigo y refugio
y le va a permitir tener una tranquilidad que la ciudad no le da, entonces la
pregunta a hacer porque el hombre creo las ciudades complejos donde se manejan
unas leyes más complejas donde todo es regido por el dinero que compra los
esfuerzos que han hecho otros hombres y peor aún la esclavitud de hombres,
robos, tratas de blanca, cambiar la dignidad por un mísero peso. A diferencia de
las leyes que se rigen en la naturaleza donde todo lo que se quiera obtener se
sustenta en el trabajo aplicado en las tierras, para generar los frutos,
alimentos, etc.
La ciudad facilita una serie de
servicios útiles como el agua, la energía eléctrica, energía del fuego para la cocción
de los alimentos y algunas tecnologías de comunicación para estar más interconectados
con los demás, con todo el mundo de manera global pero nos olvidamos de algo de
estar interconectados con nosotros mismos de estar presentes en este momento en
el aquí y en el ahora y de agradecer a cada momento el bello sentir de estar
vivos y de que se tiene lo necesario y no se pasa necesidades en las que nos tengamos
que preocupar.
A los que nos tocó vivir en la
ciudad, de que vale lamentarnos, nuestros antepasados tomaron la decisión de
desplazarnos a un supuesto paraíso, donde se ahorra una serie de esfuerzos y de
tiempo para este destinarlo en vicios, actividades que atenta con nuestro
cuerpo físico y con nuestra mente y dichas actividades realizadas de manera
individual y grupal contribuye al degenero social en el que vivimos y se puede
evidenciar en el calentamiento global.
La esperanza es el consuelo de saber
que la naturaleza tarde que temprano siempre nos va a dominar, pero se tiene la
oportunidad de dominarla pero con un trabajo sabio en el que el respeto a la
diferencia con todos los seres vivos del planeta es lo que se tiene que
encarnar ese respeto en el cual es tomar sabiamente lo necesario para la
subsistencia sin abusar y generar desequilibrios que causen el agotamiento de
los recursos naturales.