miércoles, 1 de octubre de 2014

¿Porque las personas prefieren vivir en la ciudad?

Todos los problemas que se presentan en una ciudad son de varias índoles la inseguridad, el estrés, la integración con sistemas viciosos en los cuales hacen que haya un círculo vicioso entre trabajo mecánico y consumo. En el que se trabaja para consumir y que constantemente estamos expuestos a miles de señales der marketing donde el único fin es que consumamos de manera indiscriminada unos productos que tienen un “valora agregado” dado por una marca patrocinada por el futbolista del año, el actor de Hollywood o la modelo del momento.

Al cambio el campo es la integración del ser humano con la naturaleza donde allí hay un equilibrio armonioso donde es regido por factores, leyes que son regidas por las divinidades de la creación lamentablemente también por el clima que ha sido afectado por las actividades intensivas industrializadas del hombre. A diferencia de las ruidosas señales de marketing que se perciben en la ciudad que invitan al consumo indiscriminado, en el campo se perciben bellas señales como los rayos de un atardecer penetrando el color verde de las montañas, el constante caudal de un rio, los cantares de aves que se desplazan libre en el aire del mismo modo los dientes de leones y otras partículas de plantas (como flores, semillas, etc.) que se mueven en una sinfonía infinita de la vida un espectáculo en el que hay que estar presentes para vivirlo y sentirlo, alejados de los aparatos de comunicación que nos alejan de esto tan bello que es la vida propia y nos acerca al triste mundo de las letras y percepciones de una persona lejana, como un chat o un comentario de un selfie (foto) en una red social.

El hombre siempre va a querer estar integrado con la naturaleza y es de ahí que en ella siempre va encontrar sustento en lo que necesita para su subsistencia alimentación, abrigo y refugio y le va a permitir tener una tranquilidad que la ciudad no le da, entonces la pregunta a hacer porque el hombre creo las ciudades complejos donde se manejan unas leyes más complejas donde todo es regido por el dinero que compra los esfuerzos que han hecho otros hombres y peor aún la esclavitud de hombres, robos, tratas de blanca, cambiar la dignidad por un mísero peso. A diferencia de las leyes que se rigen en la naturaleza donde todo lo que se quiera obtener se sustenta en el trabajo aplicado en las tierras, para generar los frutos, alimentos, etc.

La ciudad facilita una serie de servicios útiles como el agua, la energía eléctrica, energía del fuego para la cocción de los alimentos y algunas tecnologías de comunicación para estar más interconectados con los demás, con todo el mundo de manera global pero nos olvidamos de algo de estar interconectados con nosotros mismos de estar presentes en este momento en el aquí y en el ahora y de agradecer a cada momento el bello sentir de estar vivos y de que se tiene lo necesario y no se pasa necesidades en las que nos tengamos que preocupar.

A los que nos tocó vivir en la ciudad, de que vale lamentarnos, nuestros antepasados tomaron la decisión de desplazarnos a un supuesto paraíso, donde se ahorra una serie de esfuerzos y de tiempo para este destinarlo en vicios, actividades que atenta con nuestro cuerpo físico y con nuestra mente y dichas actividades realizadas de manera individual y grupal contribuye al degenero social en el que vivimos y se puede evidenciar en el calentamiento global.


La esperanza es el consuelo de saber que la naturaleza tarde que temprano siempre nos va a dominar, pero se tiene la oportunidad de dominarla pero con un trabajo sabio en el que el respeto a la diferencia con todos los seres vivos del planeta es lo que se tiene que encarnar ese respeto en el cual es tomar sabiamente lo necesario para la subsistencia sin abusar y generar desequilibrios que causen el agotamiento de los recursos naturales.